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Las dos caras de Eva Bien sabemos que las palabras de Adán no fueron siempre ala– banza para Eva. A veces se trocaron en acusación. Hay una leye111,da que nos dice que un día Adán se cansó de Eva y le dijo a Dios: -Mira, Señor, esta mujer que me diste por compañera me carga. Se ha vuelto insoportable. Quédate con ella. Y se la dio. El Señor la recogió, pero al poco tiempo ya estaba Adán su– plicándole que se la devolviese. Y Dios se la volvió a dar PeTo pasó una temporada, y otra vez, Adán, llegó hasta Dios pidiéndo– le el favor de que le librase de ella. Y el Señor, tan ccmdescen– dieinte con Adán, accedió. Pero de nuevo el hombre le pidió la mu– jer. Y de nuevo volvió a suplicar que le dejase sólo... Hasta que el Señor no quiso hacerle caso, porque sabía que otra vez se la volvería a pedir. Una leyenda que refleja la realidad de fa c.onvivencia <"lel hom– bre y de la mujer. El proverbio lo die.e: "El matrimonio es como una fortaleza, los que están fuera quieren entrar y los que están dentro quieren salir". Quizá el secreto del éxito está en tratar de comprenderse mu– tuamente, y comprender lo primero de todo que, aunque iguales, el hombre y la mujer, son distintos. Dios los ha creado para com– pletarse. Frecuentemente se oye decir a los hombres: "Las mujeres son de la piel del demonio, y ni el mismo domonio las entiende". Y las mujeres: "No hay quien entienda a los hombres". Lo que sucede es que quisieran que el otro fuera idéntico a uno mismo. Y no es así, ni puede ser así. Son distintos en la fisiología y en la psicología. Y la convi– vencia pide que se trate de entender al otro. El hombre es más cerebral, la mujer es más cordial. Para ellas vale sobre todo la sen– tencia de Pascal: "El corazón tiene razones que la razón no com– prende". Pues bien, es posible comprenderse. Porque sucede que mutua– mente se comprenden, ceden y consienten ante los caprichos del otro, hasta el mismo día de la boda. Luego, en el matrimonio, no se pasan por cosas que se pasaron en el noviazgo. Esto se hace para conquistarse mutuamente. Después se hace todo lo contrario. 46
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