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En el . . . pnnc1p10 En un bello poema de Tagore, se plantea de una manera muy poética, ese tema eterno de la información, sobre el misterio de la vida, a ese eterno curioso que es el niño. El diálogo entre el niño y la madre se desarrolla así: -¿De dónde venía yo cuando tú me encontraste?-, preguntó el niño a su madre. Ella, riendo y llorando, le respondió apretándole contra su pecho: "Tú estabas en mi corazón, con su ansia, amor mío. Estabas co:n las muñecas de juguete de mi infancia; y cuando cada mañana hacía yo la imagen de mi dios con barro, a ti te hacía y te deshacía. Estabas– en el altar con el dios de nuestra casa; y al adorarle a él te adoraba a ti. Estabas en todas mis esperanzas y en todos mis cariños. Tú has vivido en mi vida y en la vida de mi madre. Tú fuiste vinie.ndo, si– glo tras siglo, en el seno del espíritu inmortal que rige el hogar nues– tro. Cuando yo era una muchacha y mi corazón abría sus hojas, tú flotabas en fragancia a mi alrededor. Tu tierna suavidad :floreció n.;n– tes de salir el sol. Primer amor del cielo, hermano gemelo de la luz del alba, bajaste al mundo en el río de la vida y al fin te paraste en en mi corazón..." En el mundo actual esos puntos suspensivos del poema habrá que explicarlos mucho más claro. Pero habrá que hacerlo. No cabe duda que Dios, a los primeros hombres, a los que habló claramente sobr,e su deber de reproducirse, les dio a entender diáfa– namente para qué era cada cosa de aquel su cuerpo desnudo y di– ferente. A los niños, los eternos curiosos, habrá que decírselo, de manera acomodada a su edad, y muy prdn,to. Actualmente debido al cine, la tele, las revistas marcadas de sexo y mil etcéteras, los ojos de los ni– ños despiertan antes. Andar revoloteando en torno a París es ridículo y contraprodu– cente. El pat:i!nazo puede ser fatal. Hablar de angelitos es exponer a que el niño nos des.cubra que él está al cabo de la calle. Puede suce– der lo que se cuenta de aquel padre que le dijo a su niño de siete años: -Mira, Toñín, vino un ángel y te trajo un hermanito. Está con mamá. ¿Quieres verlo? Y el in,iño contestó: -No, yo quiero ver al ángel. O aquella historia de J aimito. Con motivo de un nuevo emba- 34

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