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A la unidad por el amor Y llegamos al final. No porque se termine el amor. No desearía esa tragedia para vuestra vida de casados. Sino porque llegamos al final de las leqturas del Ritual del Matrimonio. En esta última lectura se nos dice que sí. Que eso de la medalla del amor: "Hoy te amo más que ayer, pero menos que mañana", es– tá acuñado desde toda la eternidad. Porque el modelo que se nos da para nuestro amor, es Dios mismo·: que desde toda la eternidad h8 estado en actividad amorosa. "Dios es Amor". ¿Cuántas veces lo hemos dicho? ¿Lo hemos es– crito siempre con mayúscula? Pues es así como hay que escribirlo. Y la "a" minúscula de nuestro amor no es nada más que la sombra proyectada en la tierra por la mayúscula del Amor de Dios. Y sucede como en las sombras, cuando el sol está muy alto, muy alto, la sombra y el objeto que la proyecta se funden. Algo de esto anheló Cristo: "Que sean uno, como nosotros somos uno". La meta del amor humano es el Amor. Por eso podemos de,cir que nunca tocamos techo. Siempre podemos amarnos más. Compe– netrarnos más. Pues eso es lo que quiere realizar el amor auténtico· Tú eres yo, y yo soy tú. En Dios hay sólo una naturaleza. Un solo Dios. Y sin embargo tres personas. Distintas. Con su personalidad característica. El Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo. Pero un solo Dios. Eso lo sabemos muy bien y lo creemos firmemente, aun– que no lo comprendamos. Y resulta que la única diferencia que existe en Dios es algo que se llama relación. ¿Por qué se diferencian el Padre del Hijo y del Espíritu Santo? Por una relación. Una relación úniqa, algo que en teología se llaman las prooesiones. Muy distinto a lo que nos suenan a nuestros oídos actuales. Pero esa palabra relación sí nos suena. La aplicamos nosotros al amor, a la amistad, a la c,onvivencia. Pues bien, el Dios Padre, se diferencia de Dios Hijo por una relación, y amándose inspiran al Es– píritu Santo. Y así desde siempre y así para siempre. Y no hay na– die más feliz que Dios. El es la felicidad y es capaz de hacer !eter– namente felices a todos los hombres. Por ello el amor no es monótono. Y no lo es si SP. trata de llegar, al menos aproximativamente, a la unión de Dios. Es una meta que El mismo nos ha propuesto y no veo por qué no debemos aspirar a 224

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