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VII NOTA PASTORAL (San Juan 2, 1-1]). Un banquete de bodas (v. 1) ofrece a Jesús la ocasión de reali– zar el primer signo o manifestación de su persona, como gracia y plenitud que se nos ofrece (cfr. Jn. 1, 16), haciendo crecer así la fe de sus discípulos en El. La realidad de gracia y de plenitud qu8 nos viene con Crlisto está señalada por el cambio del agua de las purificaciones ritua– les (v. 6), símbolo de la realidad de la antigua alianza, en vino, que a lo largo del Antiguo Testamento es uno de los más claros signos de la plenitud mesiánica (cfr. Gen. 49, 10-11; Am. 9, 13-14; Is. 25, 6; Joel. 2, 24; 4, 18; Sir. 24, 23; Prov. 9, 1-5; Cant. 5, ]). 210

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