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to. El hombre no es una creatura exclusivamente de instintos, co– mo el animal. Es un ser racional y, por tanto, sus instintos tienen que estar dirigidos por la razón. El matrimonio se basa en el amor, no en la pasión. El atractivo físico es uno de los medios que Dios ha proporcionado para profun– dizar el amor entre marido y mujer. El amor conyugal abarca la to– talidad de la persona amada: mente, alma y cuerpo. Hacer del ma– trimonio solo una cuestión pasional es reducir el ser humano al ni– vel de la bestia. 6. No es el individuo el que determina lo bueno y lo malo. Facto– res independientes y concretos en el universo son los que determi– nan el bien y el mal. Ninguno dice la hora sin tomar en cuenta el sol o el reloj, mucho menos puede hacer que una cosa sea buena simple– mente llamándola buena. No basta decir que somos ::,inceros para con– vertir, lo malo en bueno. Un loqo es sincero, pero no procede con justicia. La enfermedad moderna es la "manía grandiosa", es el "yo" hinchado hasta el infinito, el desprecio de los demás para satisfacer los propios caprichos. Sin embargo, señalar los errores que apa,ecen en los postulados· anteriores no indicaría a nadie al renunciar al divorcio y al afán de volver a casarse. Ningún llamado humano inducirá a la:-: parejas des– dichadas a permanecer unidas en medio de un mar dé sinsabores. Se les puede dar mil razones para que no acudan al divorcio. Se puede apelar que mantengan su decoro. Se puede argüir acerca de lo sa– grado de un contrato y de la poca probabilidad de que un segundo matTimonio sea feliz. Se les puede preguntar: ¿Qué será de los niños? Se les puede hablar, hasta el cansancio, de lealtad. Pero cuando el matrimonio, desde el punto de vista pura– mete humano se vuelve insoportable no habrá razón humana que lo salve del sufragio. Sólo Dios puede preservarlo. Pero las parejas que se encuentran en angustia mental o física tienen derecho a saber las razones espi– rituales contra el divorcio. También se les debe h3cer saber el con– suelo que tendrán al aceptar la cruz, y .cómo se enriquecerá su íntima personalidad. l. Nada llega a la altura de lo que se sueña. Esperar una felici– dad completa en el matrimonio y en cualquier otra cosa en esta vida es exponerse a la desilusión. Sólo el amor perfecto es Dios. Todos de– ~'eams una felicidad infinita. Aquellos que no creen en Dios trans– fieren ese infinito a los placeres, al poder, a las riquezas. Cuando un matrimonio no es feliz no hay que deducir que es el amor lo que ha fracasado. Es un ser humano el que ha fracasado. No se ha llegado al límite del amor; tan sólo se ha llegado al límite del egoísmo. Porque un puente ceda no quiere decir que la ingeniería es pura falsedad. No es cierto que, después de un fracaso matrimonial 208

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