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Dentro de esa voluntad del "Padre que está en los cielos", están como piedras pilares del hogar los diez mandamientos. Debemos es– tudiar el Evangelio, la Biblia, la Fe Católica, pero en cuanto a mo– ral digamos que toda está encerrada, fundamentalmente, en los diez mandamientos. Los paidres que deseen que en sus casas se cumpla la voluntad de Dios, deben cumplirlos todos y hacerlos cumplir igual– mente. No podemos fallar en ninguao. A lo mejor insistimos mu– cho en eso de no robar, o en el ."honrarás a tu padre y a tu madre", pero si falla otro c;ua:lquiera, sucede que los diez mandamientos se– rán como un gran puente de diez arcos, donde uno se ha hundido. No nos sirve para nada, mientras .no lo reparemos. La voluntad de Dios "en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los dfas d.e la vida". El gran poeta español, Juan Ramón Jiménez, premio Nóbel, tiene una hermosa poesía que no me resisto a transcribir. Sobre la volun– tad de Dios, dice así: "Lo que Vos queráis, Señor; sea lo que V os queráis. Si queréis que, entre las rosas, ría hacia los matinales resplandores de la vidra, sea lo que 'Uos queráis. Si queréis que, entre los cardos, sangre hacia las insondables sombras d:e la noche eterna, sea lo que Vos queráis. Gracias si queréis que mire; gracias si queréis cegarme; gracias por todo y por nada; sea los que Vos queráis. sea lo que Vos queráis. Lo que Vos queráis, Señor; sea lo que Vos queráis." 199

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