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El fundamento del hogar Después de leído este Evangelio uno puede poner en tela de jui– cio si modernamente el mejor fundamento para erfüicar sea la roca, o si los arquitectos prefieren otros cimientos que ellos rrJsmos pre– paran, a veces, sobre la misma arena. Mas de lo que aquí se trata es de la lección que "con autoridad" nos quiere dar Cristo. Y esa lección es la lección de la vida. La vida, nuestra vida, las vidas que vayan naciendo en vuestros hogares, de– ben de ser una ofrenda a la voluntad de Dios. Lo más interesante, lo más grande, incluso en la vida, es el cumplir fielmente la voluntad de Dios. Sea donde sea, y sea como sea. A veces,. los matrimonios cristianos, admiran al sacerdote, Quién fuese como ustedes. ¡Cuánto daría yo por ~ener un hijo sacerdorte! Aunque cada vez se diga esto menos, se sigue diciendo. Y, según el Concilio, son los primeros que deben fomentar la vocación sagrada en sus hijos. Pero no es eso lo más importante. Lo que importa es cumplir la voluntad de Dios, fielmente. · ¿ Cómo se cumple esa voluntad? No aonsiste en tener el nombre de Dio3 constantemente en los labios. No consistt> en hacer largas oraciones. Sino en "hacer". En ir desmigando la vida, en esos troci– tos de los días, las horas, los segundos, para que nuestra existe;ncia Gea el cumplimiento de la voluntad de Dios. Cuando hablamos de la voluntad de Dios, solemos contar ejem– plos de grandes santos, que hicieron por El cosas sublimes, o aque– llos otros que les preguntaron qué harían si les negase la muerte durante el juego y respondieron que seguir fugando. Dejemos a los santos. Pienso que hay muchos santos esparcidos por nuestra vario– pinta geografía. Y la madre que sufre por sus hijos, que lucha por ellos, que trata de enseñarles a rezar, que ve cómo, a veces, se en– frían en la fe, y ella persiste en enseñarles con su palabra y con su ejemplo, está haoiendo una gran labor de santidad. Y el padre que suda por los hijos. Que a lo neor es un obrero que chorrea junto a la autógena. Que se preocupa junto a su mesa de despacho. Que hace horas extraordinarias, para que a los hijos no les falte nada, pienso que esa es una labor ex1-raordinaria, tam– bién ante Dios. No consiste el cumplimiento de la voluntad de Dios -bueno es recordarlo- "en hacer cosas extraordinarias, sino en ha– cer lo ordinario, extraordinariamente bien". 198
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