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ser para sus hijos los primeros predicadores de la f(", mediante la pa– labra y el ejemplo, y deben fomentar la· vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada" (núm. 11) .. Hasta ahí debe irradiar vuestra luz. ¿ Y la sal? Es, esa joya menuda, blanca, que se deshace ent:re• las cosas del mundo. Pene•tra de, una manera invisible pero eficaz. Pue– de llegar a penetrarlo todo. Y creo que en este mundo nuestro se né– cesita sobre todo la sal de la vida cristiana. Bramamos todos contra el mundo. Lo mal que está todo. Lo corrompido. Y justamente lo que preserva de, la corrupción es la sal. Y la familia tiene una gran misión en nuestro mundo de hoy. Lo dice también la misma Cons– titución condliar antes citada: "En esta tarea resalta el valor d'e aquel estado de vida santifica– do por un especial sacramento, a saber: La vida matrimonial y fa.. miliar. En ella, el apostolado de los laicos halla una ocasión de ejer– cido y una escuela preclara si la religión cristiana penetra toda fa organización de la vida y la transforma más cada día. Aquí los cón– yuges tienen su propia vocación: al ser mutuamente y para sus hi– jos testigos de la fe y del amor de Cristo", núm .35). Amigos, que nunca os falte la luz y la sal en vuestra casa. Que, en este sentido espiritual, vosotros seais la luz y la sal para vues– tros hijos, con el testimonio de vuestra vida ejemplar. 195

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