BCCCAP00000000000000000000734
Invitados estamos todos. "Dios quie.re que todos los hombres se salven". Si eso no sucede no será culpa de él. ¿ Qué tenemos que hacer? El nos ha tendido el maravilloso puente de los diez arcos, los diez mandamientos, para que nos sea más fácil el ascender al cielo. A nosotros nos dice lo que le dijo al joven rico que le pre– guntó: "¿Qué tengo que hacer para salvarme? -Guarda los man– damientos". Y esos mandamientos los redulo a dos: Amor a Dios y amor al prójimo. Prácticamente todo está reducido al amor. Por– que en el último día "seremos juzgados sobre el amor". Por ello muc:ho más que andar dando vueltas sobre qué será el cielo, sobre el número de los que se salvan, y otras cuestiones que preocupan y ocupan a los sabios y a los curiosos, debemos de po– ner toda la vida en conseguir ese cielo que hq sido c:reado para nos– otro',. Y si hay cualquier impedimento debemos obviarlo para que consigamos eso para lo que hemos sido e¡reados. San Francisco de Asís solía hacier, con frecuencia, esta exhor– tación: "Amadísimos hermanos, y para siempre benditos hijos: Oídme, oíd la voz de vuestro Padre. Grandes cosas prometimos, mayores nos están prometidas. Guardemos éstas, suspiremos por aquellas. El deleite es breve; la pena, per¡-Jetua. El padecimiento es corto, fa gloria, infinita. La vocación es de muchos; la elección, de pocos. De todos será la recompensa". 183
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz