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Bodas en el cielo "Y oí como un ruído de muchedumbre inmensa y como el ruído de grandes aguas y como el fragor de fuertes truenos. Y decían: -Aleluya. Porque ha establecido su reinado el Señor, nuestro Píos Todo– poderoso. Con alegría y regocijo démosle gloria, por– que han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado y . se le ha concedido vestirse de li– no deslumbrante de blancura -el lino son las buenas acciones de los santos". (Ap. 19, 6-8). Dios tiene gran interés en demostrar a los hombres que desea tener una relaciones de amor con ellos. Por eso la imagen de la boda vuelve otra vez a la liturgia. Ya en el Antiguo Testamento ha– bía utilizado este símil. Cristo nos habla en parábolas de las bodas del hijo de Rey. San Pablo insiste en la alianza matrimonial de Cristo y la Iglesia, y ahora, al final, vuelve el resplandor de la bo– da a esclarecer el gran amor de Dios por los hombres, de Cristo por su Iglesia. Recordemos que el símil siempre queda muy por abajo de la rea– lidad. Que la unión, y el amor, de Dios por los hombres, por nos– otros en concreto, es infinitamente mayor que todo el amor de to– dos los amores del mundo: Los esposos, los padres, los amigos. Es . simplemente el Amor. ¿ Cuántas veces lo hemos repetido? Por toda la eternidad lo estaremos repitiendo. Pues se trata aquí del establecimiento eterno del Reino de Cris– to en el cielo. Ese Reino que tiene sus raíces en la tierra pero su plenitud en el cielo. Eso que se llama con una palabra muy repe– tida después del Concilio, Reino escatológico Por tanto, esos esponsales han comenzado ya aquí. Y son los que tiene Cristo con sus cristianos. Comienzan por el sacramento del bautismo y siguen por todos los otros sacramentos. Y en el sa– cramento del matrimonio cobran su imagen más cierta. Imágenes que nos hablan de la realidad de un matrimonio real, donde Cris– to es el esposo y la Iglesia es la esposa. Según el Apocalipsis "su Esposa se ha engalanado y se le ha con– cedido vestirse de lino deslumbrante de blancura -el Uno son las 180