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Hemos de librarnos de ese concepto maniqueo del mundo. Cuan– do Dios lo C\reó dii.jo que estaba bien. Y Cristo nos invitó a mirar las cosas y en seguida levantar nuestro pensamiento a Dios: "Mirad los lirios del campo... Mirad los pájaros del cielo..." No está la mal– dad en e,l mundo, sino en el fondo de nuestro corazón. "Porque no es lo que entra por la boca lo que hace impuro al hombre, sino..." Pocos santos comprendieron esto tan bien como San Francisco de Asís. Comenzó por llamar a todas las cosas hermanas. Porque veía en ellas criaturas de Dios igual que él. Y terminó el maravillo– so canto al Hermano Sol o Alabanza a todas las Creaturas, donde dice: "Loado seas, mi Señor, por todas tus criaturas, esp,eciafmente el hermano sol, el cual hace el día y nos da la luz. Y es bello y ra– diante con gran esplendor; de Ti, Altísimo lleva significación. Loado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas; en el delo las has formado claras, preciosas y belfas. Loado seas, mi Señor, por el hermano viento, y por el aire, y m.1blado, y se:ren.o, y todo tiempo, por el cual a tus criaturas das sus– tentamiento. Loado seas, mi Señor, p:or la hermana agua, la cual es muy útil, y humilde, y preciosa y casta. Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego, con el cual alum– bras la noche y es bello, y jocunda, y robusto y fuerte. · Loado seas, mi Señor, poi- nuestra hermana madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas Jfoi-es y hierbas". El camino; aunque se nuble el sol, debe estar lleno de nuestra alegría, porque vamos hacia un gran gozo. Y el propio Dios en su revelación para hacernos comprensible la dicha que nos espera, toma comparadón de las grandes fiestas de los hombres. Por eso no debemos estar tristes. La alegría debe seT la tónica de nuestra vi– da. Vamos de camino hacia una boda, estamos todos invitados. Can– tamos por el camino e invitamos a todas las cosas a que canten con nosotros. ¡Aleluya! · 179

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