BCCCAP00000000000000000000734
San Juan insiste. Es algo que repetirá con más claridad en ese m.ismo capítulo (v. 20). Pero ya aquí está bastante claro. porque "a Dios nadie lo ha visto nunca". Efectivamente, cara a cara, nadie le ha visto. Pero Dios tiene un espejo donde se mira constantemen– te. Es l.a criatura hecha a "su imagen y ,semejanza'', el hombre. Amar a éste es amar a Dios. No aildemos por las ramas, vayamos al fondo de la cuestión. Es– tamos rodeados de hombres por todas partes. Miremos no sólo ha– cia arriba, sino a nuestro alrededor. No somos islas. No tenemos que buscar las cumbres para estar más cerca de Dios. Pisemos tierra, barro, mezclémonos con los hombres, y en ellos descubriremos la "huella de Dios''. Está tan clara la carta de San Juan. Está tan claro el Evange– lio que uno no puede c;0mprender aquellas frases antiguas de san– tos que decían: "Cuando fuí con los hombres me sentí menos hom– bre". Y que' mandaban la huída de los hombres: "Huye, calla, llora". Y el silencio absoluto con los humanos, para poder mejor dialogar con Dios. Comprendemos que el estrépito, la turbación interior, es mala para la oración. Pero no la huída de los "hombres. Cada dfa habrá más hombres en la tierra, y más hermanos nuestros necesi– tados de amor, y menos sitio donde encontrar soledad, silencio y refugio. Pensemos en hacernos un refugio de amor dentro de nos– otros, para amar a los prójimos y por su medio a Dios. La carta de San Juan está muy clara. Por eso comprendemos menos el que se ataque tan despiadadamente a algunos que quieren , ir hacia los hombres para darles su testimonio cristiano. Su testi– monio de que Dios existe, de que aman a Dios y lo demuestran amando a los hombres. Sería mejor que todos meditásemos más en estas palabras de San Juan y las aplicásemos a la vida diaria. l;..os esposos tienen un buen medio de amar a Dios: amarse mu– tuamente. Servirse, ayudarse. Santa Ten>sa decía: "Entre pucheros anda Dios". Quería decir que entre esas faenas está el servicio a Dios. Sí entre esas faenas que hacemos por los hermanos. Que con– cretamente las esposas suelen hae,er por sus esposos y por sus hijos. He aquí un gran camino de perfec,ción: "Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud". 175
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz