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Dios nos ama "En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo' a su Hijo único para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados". (I Jo. 4, 9-10). Hace algún tiempo, los periódicos españoles dieron cuenta del rumor que circulaba, como moneda falsa, por Bilbao, a propósito del sobre cerrado del mensaje de Fátima. Decía el rumor que dicho sobre había sido abierto y anunciaba, nada más y nada menos, que el 13 de mayo de 1973 morirían los primogéni.tos solteros die todia.s las familias españolas. A la mayoría les hizo reír. Otros pasaron su miedo. No sé si algún solterón correría a casarse, y alguna solterona se alegraría de ello. Desde luego parecía como un infundio espar– cido para eso. Y repito que me dio mucha pena que aún haya gente que crea esas cosas absurdas. Aquel 13 de mayo pasó y nada de ex– terminio de primogénitos solteros. Na.da de eso. Pero la gente es a.sí . Hay quien explota su ignorancia y su credu– lidad, y ya circula un libro por ahí anunciando el fin del 'mundo para el año 1996. Así que los que vivimos con la ilusión de ver el año dos mil, tendremos que resignarnos. Y todo por cuatro años. Estoy seguro que ese libro se venderá más que el Evangelio. Y es pena, porque el Evangelio anuncia todo lo contrario. Na.die sabe ni el día ni la hora. Pero sobre todo el Evangelio; según San Juan, anuncia el gran amor de Dios por los hombres. Al comentar eo-:ta carta de San Juan no podemos menos de referirnos a lo que él mismo dice en el Evangelio. Porque aquello d€1 Ev&ngelio es más claro, más rotundo. Oigamos: "Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que no perezca ningm10 de los que creen en El, sino que tengan la vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no ser::i condenado. El que no cree, ya está condenado porque no ha creído en el nombre del Hijo de Dios". (Jo. 3, 16-18). Estas palabras, sí son de Dios. Estas palabras, sí podemos creer- 172

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