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La fe "Y este es su mandamiento:· que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo". (I Jo. 3, 23a). ' La fe es algo que siempre ha preocupado a la Iglesia. Desde aque– lh minúscula Iglesia que se abría paso ent~ la multitud de los gen– tiles, hasta esta Iglesia más o menos instalada en el mundo moder– no. Actualmente el gran problema de la Iglesia es el de la fe. Re– cientemente se celebró el año de la Fe. Pablo VI compuso y proclamó "El Credo del Pueblo de Dios". Los obispos españoles han lanzado como consigna preparatoria del Año Santo "La Educación en la Fe". Y sin duda en ese mismo Año Santo el Papa hablará ampliamente sobne la fe. Un tema constante de sus alocuciones. Tenemos que insistir que la célula base de la fe es la familia. Nosotros tenemos fe, no porque hayamos do a un colegio católico, a una catequesis, a una parroquia. Cuando fuimos allí ya llevábamos floree.ida la gran semilla de la fe. Nos llevaron n1.;.¡estros padres para que nos instruyesen más ampliamente en aquella fe en la que ellos mismos nos habían iniciado. Si es importante la fe de los esposos ahora, le era mucho más en aquellos tiempos cuando la fe estaba difundiéndose en medio de un mundo pagano. Se abría paso con lucha. Era fundamental, pues, la fe. Y una fe robusta, bien formada. Capaz de saber defenderse de las dificultades del ambiente, y de ser .confesada, incluso, con el martirio. Hoy, pienso yo, te11emos un enemigo peor: la indiferencia. Algu– nos han llegado a la falsa opinión que da lo mismo una cosa que otra. En este mundo ·redondo que no cesa de dar vueltas, donde nos mezclamos los hombres c,omo en una coctelera, cada vez nos toca tratar y convivir con gentes que no tienen nuestra fo. También con gentes que niegan la fe. Que se confiesan ateos. No el clásico at~o del sainete que entraba en escena gritando: "Por que yo, gracias a Dios soy ateo". Sino el ateo, ateo. A veces una persona muy honra– da, muy comprensiva, muy cumplidora del deber que se le ha im– puesto en la vida. El impacto que esto causa es por partida doble. Por un lado esas gentes que sin adherirse a nuestra fe, fundamentalmente siguen una 164
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