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detalles. Eso de saberla felicitar en sus fechas importantes. Eso de saberla ceder ciertos privilegios: portarse como un caballero. Y si muchas mujeres se descuidan ele su físico cuando el matri monio ll<=ga, los esposos suelen descuidar las formas. Y esas menu– den!Cias son las qu(> hacen agradable la vida de la esposa. La hacen feliz. No habrá que dispendiar con ella. pero .los regalos la encan– tan.. Ciert.1; mue3tras de afe~to externo la llenan de dicha. Pienso que muchos maridos tienen una gran responsabilidad de las posi– bles infidelidades de sus esposas, porque no han sabido dar eso. ter– nura. Le han dado pasión, mucha pasión. Pero cuando ésta se ha ido apagando, por la costumbre o los años, no han tenido con ellas esas delicadezas que le suplen con creoes. Incluso a ellas les hubiese bastado desde el principio con menos pasión y más ternura. Por– que la psicología femenina -y es algo que hay que repetir mucho– es distinta a la masculina. Y siempre tener en cuenta que el mal hay que vencerle con el bien. Lo dijo San Pablo y lo recuerda San Pedro. No hay otro ca– mino para el c:ristiano. Saber bendecir cuando insultan es una prue– ba de gran virtud. Siempre con tino. Pues también ha sido escrito: "Hay que tener mucha mano derecha para bendecir, y mano izquier– da J}ara no ser unos benditos". Siempre con la fe de que los esposos son los herederos de aquella bendición dada desde ei principio a Adán: "llenad la tierra..." Renovada en Abraham. "Tu descendencia será numerosa como las estrellas del cielo y las arenas del mar". Nosotros somos heredecros de Abraham _pocr la fe. Y los esposos cris– tianos son los hecrederos de esa bendición. Ellos, procreanldo, cum– plen, por los siglos de los siglos, esa promesa de Dios. Y como Abraham deben ser, los esposos, con sus esposas. El la llenaba de caricias. El esposo debe saber que eso nunca cansa a la mujer: "Aunque ,el amor suele morir de hartura, lo que nunca has– tía es la ternura". (Campoamor). 159

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