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Hoy se calibran poco esas cosas. El sexo triunfa. La irresponsabili– dad es grande. Si no acierto, me separo: ¿Po:r qué no ha de existir el divordo? Hablaremos de eso en su lugar adecuado, pero del di– vorcio hay que decir, que en el mejor de los casos, es un fracaso. Y yo no deseo el fracaso para nadie. Fijarse únicamente en las c;uali– dades físicas es ir hacia el abiismo. / Mejor que fijarse en las cualidades físicas, que no son desprecia– bles, es preferible fijarse en las cualidades psíquicas y espirituales. Cuando dos jóvenes no se compenetran en el noviazgo, cuando tie - nen una gran disparidad de ideas, cuando sus cara1e 1 teres son con– trapuestos, como dos polos que se repelen, no hace falta ser profeta para augurar que eso no va a resultar. Chocan de novios, mucho más van a chocar de casados. Muchas novias, locamente enamoradas, suelen decir. Ya lo c:am– biaré yo cuando nos casemos. Primero casarse, luego cambiarse. ¡ Fa • tal error! Luego viene el desenlace esperado, la guerra de dos ouerpos y dos almas, de dos seres que tienen que vivir juntos en un hogar, que debiera ser de paz y es de odio. Dentro de la hoguera del enamoramiento hay que conservar la cabeza muy fría para calcular las c,osas: es trabajador, es honrado, es comprensivo, tiene buen carácter, es comprensivo ... es religioso ... Entonces hay muchas garantías de que la cosa resultará, pero si no hay eso ... No podemos estar de acuerdo con el excéntrico, aunque genial, escritor inglés, solterón por más señas, Bernard Shaw, que escribió: "Si los matrimonios se hiciesen metiendo fos nombres de los hom– bres e'iJl un saco, y los de las mujeres en otro y sacándolos por medio de un niño con los ojos vendados, como se hace en las loterías, ha– bría el mismo porcentaje de matrimonios felices que hay actual– mente". Bien sabemos que no. Porque estudiando los matrimonios qL;e son felices, y son muchos, y viven en paz y armonía, nos damos cuenta que no es que no hayan tenido dificultades en su vida con, yugal. Han tenido muchas, a veces mucho más que otros, pero han superado todo, porque había un fundamento sólido para ello: era;n tal para cual. Porque habían entrado en el matrimonio con el pie derecho de una acertada elección. Se cono~,ieron, se simpatizaron se estudiaron, se escogieron y luego, incluso, se soportaron. Pues es.. to también es muy necesario, y:;:i. que paz tiene la misma raíz que paciencia. 149

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