BCCCAP00000000000000000000734
¿De quién somos propiedad? "Huid de la fornicación, Cualquier pecado que co– meta el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? El habita en vosotros, porque lo habéis recibi– do de Dios. No os poseéis en propiedad., porque os ha com– prado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!" (I Cor. 6, 18-20). No sé si San Agustín cuando escribió aquello de que "Dios es más íntimo a nosotros que nosotros mismos", pensaba en 1o que ha dicho San Pablo aquí, o lo que dijo en Atenas de que "en El vivimos y nos movemos y existimos". Sea lo que sea, lo cierto es que Dios está dentro de nosotros. Y cuando vivimos en gracia de Dios, El mora dentro de nos– otros. Forma con nuestra alma y con nuestro cuerpo, su propi:) templo. Los cristianos siempre hemos pensado en le,vantar templos para Dios. Pues ¿quién es el que no ha pensado en levantar una capi– llita allí donde hacía falta para las reuniones del culto? Y deian– do a un lado las capillas tenemos todo el mundo cristiano constelado de catedrales, basílicas e iglesias de todos los estilos. Hoy se visi– tan muchas, como lugares de turismo. Pero ¿ cuántos de nosotros han pensado en recogerse en sí mismos para considerar que su cuerpo, 1ue su alma, es templo de Dios? Por· tanto el pecado es un expulsar a Dios de la morada que El mismo se escogió. Porque los otros templos se los hemos edificado los hombre, pero este -sin que nosotros lo soñásemos- lo eligió él personalmente. Y cuando se trata de la fornicación, es un lanzar a Dios fuer:i como por incapacidad física de ser dos en un mismo lu– gar. El templo vivo de Dios no se puede manchar con la impureza. Sin duda en las relaciones mutuas de hombre y mujer, alguna vez anhelaron ser dos en uno. Tener un mismo corazón, una misma mente, un mismo cuerpo. El amor humano, por muy dto que lle- 126
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz