BCCCAP00000000000000000000734
Paz y bien "Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí. no maldigáfa. Con los que ríen, estad alegres; c:n los que lloran, llorad. Tened igua!dad de trato unos con otros: ne tengéiis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde. No presumáis de listos. No de– volváis a nadie mal por mal. Procurad la buena re– putación entre la gente. En cuanto sea posible, por vuestra parte, estad en paz con todo el mundo". (Ro– manos 12, 14-18). Cuando Francisco de Asís se decidió a cumplir lo mas perfecrta– mente posible el Evangelio, como un cristiano consecuente, se lanzó por el mundo adelante a predicar a todos la buena nueva. Y a todos los que encontraba les decía: Paz y bien, hermanos. La paz fue el saludo que Cristo mandó que dijesen sus apóstoles al entrar en cualquier c,asa desconocida. La paz es el último de los consejos que San Pablo, digamos, siguiendo la liturgia, da a los re– cién casados. Una paz diminuta como una semilla, pero que puede producir grandes bienes. Nosotros cuando pensamos en la paz, pensamos en los grandes hombres que se reúnen detrás de una mesa, con todos los aparatos técnicos al alcanc,e de la mano, dispuestos a amarrar para siempre la paz entre las cuartillas recién firmadas de un tra– tado. Nada tan frágil como eso. Cristo mandó a sus apóstoles ir a predicar la paz eu las casa;s. Que fuese el saludo, la consigna, el deseo, que ellos portasen, etn su nombre. La paz tiene que comenzar por uno mismo. Tiene que desbor– dar luego a la familia. La familia -lo diremos una vez más- es la célula de la sociedad. Si en cada familia hubiese paz habría más paz en el mundo. Vosotros tendréis que lograr la paz en vuestras familias y en vuestro entorno. Se ha dicho "que la p'az es la armonía de contra– rios". Aplicado a nuestro caso, habrá que decir que la paz es la gran sabiduría de conseguir ese mínimo de felicidad, de tranquilidad, en el hogar, a pesar de los caracteres distintos, de las opiniones, de las 118
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz