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1 principio, y fuera todo lo demás. El mismo Naserr, cuando le aconse– jarron que se casase otras dos veces, ya que la ley musulmana lo perrmitía, elijo que no. "Precisamente ahí está una de las razones de la decadencia árabe. Una hombre para una sola mujer, "así debe ser". Y quiero seguir citando a autores profanos, porque la doctrina del Evangelio y de la Iglesia está bien clara, y habrá otras ocasio– nes para comentarlas. Keyserlin, el famoso conde filósofo, nada sospechoso de pacato, escribió:' "El matrimonio es más qqe una ins– titución del amo:r, más que un e1onvenio para asegurar la procrea– ción de hijos legítimos, más que. una cooperativa '}eonómica o un con.trato social, el matrimonio es un vínculo de orden espiritual, li– b:remente ace¡Jtado y consentido". Si libremente aceptado y consentido, no hay r,or qué protestar luego. La Tglesia desea se informe a los novios claramente. Pienso que hoy esto es más necesario que nunca, pues debido a noticias o doctrinas pontificias a medias, o medias opiniones de teólogos, la gente está hoy más desorientada que nunca. Que sepan a qué ate– nerse. Y que sepan que la Iglesia lo más que puede consentirles es una separación de hecho y legal, pe1·0 no el divorcio. Quizá hemos leído todos la novela que lanzó a Carmen Laforet a la fama: "La mujer nueva". Una mujer, Paulina, luchando entre dos hombres. El amado y el hombre con el que estaba casada. Y la trama la lleva a poder elegir, en un momento, libremente. Y aunque el corazón palpita más deprisa que de costumbtre, eligi6 al \hombre con el que se había casado en plena gueTra, en zona roja, ante un comisario político. Porque "le pareció comprender como nunca la grandeza del matrimonio ,católico, que no es sólo un contrato, sino un sacramento. Una unión indisoluble de dos seres que quieren jun:– tar sus vidas hasta la muerte, ayudándose uno a otro, espiritual, material, carnalmente. Una unión para Dios. Una unión cuya indi– solubilidad sólo tiene sentido en orden a Dios, pues no es sólo un egoísmo de amor, traspasa la conveniencia y la atracción. Cuando esto cesa, el sacramento no se rompe y quien lo recibe, recibe tam– bién gracia suficiente para llevarlo hasta el final. Y tiene la bendi– ción de Dios, porque es un camino donde toda abnegación y perfec– cionamiento y toda hondura de los hombres puede manifestarse•. Precisamente porque es una gran entrega que excluye todo egoísmo". 111

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