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Crisis matrimoniales Los peores enemigos del amor, y de la alianza matrimonial, son las llamadas crisis matrimoniales. Porque ese amor se puede ir des– moronando poco a poco. Un amigo mío da unos cuantos consejos pa– ra superar estas crisis, que quiero transcribir aquí, esquemática– mente. "El amor, dentro de la vida matrimonial no es algo qu.e se posee definitivamente, sino un afán que comienza cada día... Porque el amor se gasta, se muere, se evapora, y casi ni siquiera queda el r:e– cuerdo de la felicidad pasada cuando los gritos o :el silencio han he~ cho imposible la unidad del matrimonio. No hay que olvidar que el amor mabimonial ha de ser cultivado y crecido en la fe, la espe– r::mza y la caridad mutua. EDADES DEL AMOR: Primero, tú para mí. Segundo. tú para mí y yo para ti. Tercero, nosotros para los hijos... y los demás; en otras palabras: el amor de impulso, el amor de posesión y el amor d€1 generosidad, cuando se han quemado los egoísmos y hombre y mu– jer se sienten más plenos, más dispuestos a dar y a darse, más pres– tos a recibir también... PELIGROS: a) El de los hijos si impulsan a la madre a volcarse al niño o a los niños de tal manera que baje el telón ante su esposo y se dedique exclusivamente al niño y no a los dos. El peligro del hijo no deseado y que llega por descuido o falta de cálculo, o con toda su ganga de irritaciones, rencores y decepciones... Los muchos hijos; o las preferencias de uno u otro esposo por uno u otro hijo. Los hijos deben de ser signo de unidad y Dios los envía como glo– riosa carga y estupendo premio. El padre y la madre, sin querer ser menos, irán entendiendo el modo de querer juntos, ig-ualmente a todos los hijos. h) Diferencias de sexo y temperamentos, de personalidad hu– mana, de cultura, de sensibilidad, gustos o aficiones... E] amor debe realizar el milagro de la unidad, pero cada milagro tiene su "mate– ria" y se requiere siempre la colaboración mutua... c) El mutuo aburrimiento. Remedio: empezar a vivh- todos los días la gran aventura del amor. Malos son los portazos y las discu– siones, pero peor son los silencios y vacíos, que crean distancias fa– bulosas entre los seres. Hay que establecer primeras zonas de con– tacto humano y partir hacia dentro de sí mismos -mutuamente-- 100

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