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95 na. ¿Y cuántos hay en el mundo que viven la mayor parte de su yida en la culpa grave? Luego nunca s,e, debe permanecer en pecado mortal, sino levantarse inmediatamente po,r medio de la penitencia. Con la atrición y •el sa– cramento se perdonan los pecados. Si en el mo– mento no se puede recibir el sacramento de J:a penitencia, se puede adquirir la gracia santifi– cante con el acto de perfecta contrición. De aquí la necesidad de hacerlo frecuentemente y de ,en– señarlo a hacer como se debe. Es l'a llave del paraíso con la cual lo podemos abrir ,en cualqui€r momento de la vida. El Card. Franzelin decía: que si él fuera predicador, un ttema favorito, ,en sus predicaciones, sería la contrición perf,ecta. III. Nos HACE HEREDEROS DEL REINO DE LOS CIELOS :Nuestro último fin es la f,elicidad eterna, la posesión de Dios Infinito, único objeto que pue– de saciar to,das nuestras aspiraciones. ¿Qué cosa es el cielo? Es una cosa incompren– si:::lle e indescriptible. Dice San Pablo: ~<El ojo del hombre no vió, ni su oreja oyó, ni su corazón ex– perimentó lo que Dios tiene reservado .para los que le sirven» (106). En ,el ci,e•lo ,se excluye todo mal, se incluye todo bien y se goza eternamente. Nuestra feUcidad esencial, será ver cara a cara a Dios y poseerle y gozarle eternamente sin temor (106) I Cor., II, 9.

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