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94 a semetiipso, ms1 manserit in vite, sic ne,c vos nisi in me manseritis» (.100). «Si... caritatem autem non habuero, nihH iprodest» (101). En– tr,e el mérito ,y el 1premlo debe ,existir alguna proporción. El premio celestial se encuentra den– tro del orden de la filiación de Dios sobrenatu– ral, de tal modo que, en ,tanto podemos merecer, en cuanto somos hijos adoptivos de Dios: Si filii et heredes (102). Es así, que sólo por la gracia habitual nos elevamos al estado de la filiación divina. Luego... El hombre no puede merecer estando en peca– do mortal, sea 1 persona1 sea original; es así que el pecado se quita por la gracia santificante, luego sólo por •ella se hace uno digno de la vida eterna y de los premios eiternos. El ,concilio Tridentino declara que «Iustificatum bonis operibus... vere mereri» (103). Todas las obras buenas de los justos he•chaE en gracia santifficante merecen de condigno de– lante de Píos. «Gaudete et exultate quoniam mer_ ces vestra copiosa est in caelis» ( 104). •<1Unus– quisque autem propriam mercedem ,accipiet se– cundum suum laborem» (105). Luego -el hombre que pasa su vida en pecadc mortal, no merece de ,condigno para la vida -eter• (100) Ioann., XN, 4. (101) I Cor., XIII, 3'. (102) Rom., VIII, l'ii. <103) Denz., 842. (104) Matt., V, 12. (l05) I Cor., III, 8.
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