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90 se le distingue del ascua de carbón. Es más: como el hierro tiene mayor ,densidad que el car– bón, es susceptible de recibir un grado más ele– vado de calor. Lo propio experimenta el alma en el horno ardiente de la caridad, cuando se une a mi V,erbo, quien es fuego que consume y quien vino a traer fuego a lo tierra, siendo su mayor deseo ver el abrasamiento de los corazones todos. En medio de este horno ardiente, que el soplo del Espíritu Santo enardece más y más, de tal manera se enciende al alma que, humana unos momentos antes, par,ece ya divina transformada entera– mente en mí, y convertida, por el calor, en una misma cosa conmigo.» El Espíritu Santo es el oro purísimo que dora las almas y las ihace hermosas a los ojos de Dios. El hombre es dorado por medio de la gracia. La vi,da sobrenatural comienza con el bautismo. El hombre nace con •el pecaido original y privado de la gracia santificante. Esta se infunde en el bautismo, mediante el cual el hombre se incor– pora a Cristo, se hace miembro del Cuerpo Mís– tico. El dice que ha venido a este mundo para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Por el bautismo empezamos a tener la vida en Jesucristo. Yo soy la vid y vosotros los sarmien– tos. Mientras éstos están unidos a la vid; viveJJ da su savia, tienen la misma vida... , si se separan de la vid, mueren, se secan ... (97). Nuestra vida sobrenatural empieza ,a conta1 (97) Ioann., X:V, 5-e.

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