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89 vida humana? Pongamos un ejemplo: Conside– remos un espino silvestre que produce hojas y flores según su naturaleza. Cosa que a ninguno extraña. Ahora bien, ur: horticultor :viene ,e in– jerta ,en él púas de perales buenos y espera tiem– po oportuno. Ese espino producirá exquisitas y dulces peras. Vida nueva y frutos nuevos se aña– den a la naturaleza silvestre del espino, algo que no le pertenecía por su naturaleza. A la naturaleza hum2-na se afiade, se injerta la gracia santificante, la participación, d,e, la vida :livina, que comunica al sima, que no le ,es debida, 3ino añadida. Esta vida sobrenatural no ,es igual :i, la vida de Dios, ni idéntica con la 'Vida die Dios, ,es solament,e se,me;ante, a la vida de Pios. :..s gracia no nos hac,e, dioses por esencia; porque 10 es posibie tener la naturaleza de Dios, ni una ~osa infinita hacerla finita o vi,ceversa; nos hace ;emejantes a Dios. El fuego ,compenetra ~l metal hasta sus más ntimas profundidades, y ,c~muntca,J,e su brillo, :u calor, su irradiación ... sin modificar la natura– eza de metal. De semejante manera se verifica a transformación, que oper,a en el alma la gracia :antificante. De esta manera se lo explicó el nismo Dios a santa Maria (M:agdalena de Pazzis: Cuando un herrero, dice, ha dejado algún tiempo m hierro en el fuego, le extrae todo ardiente 'Y ,brasado. Aunque el hierro no ha perdido su na– uraleza propia, diríase, sin embargo, que está ransformado en fuego, pues resplandece, chis- 1ea, quema al igual del fuego y con dificultad
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