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84 En la persona de San Juan estábamos represen– tados todos los cr-ey,en:tes. Lu,ego, antes de mo– rir, J-es:ús nos deja por Madre a su misma Madre; esa maternidad espiritual hace a María compa– siva para con todos, particularmente para con los pecadores, por quienes Jesús y María pad-e– cen juntos en el Calvario. Es la madre de la mi– sericoridia y del perdón. Madre de la santa es– peranza, puerta del paraíso. ¿Sabes lo que €s tener una madre? ¿Has t-eni– do una buena madre? ¿Sabes lo que es para el niño pobre, desnudo, hambriento, débil, misera– ble, necesitado .tener a su lado una dulce ma– dre? T-e da lo que pid-es, t-e ayuda en todo, te consuela, te pone sobre sus rodillas, te besa, te -estrecha sobr.e su pecho, te da ,el alimento, se sa– crifica toda por ti. La llamas: MGJdre mía; y ella t-e respond-e: Hijo mío. El corazón de madre está lleno de bondad para con su hijo. ¿Qué será, pues, -el corazón de Ma– ría para con sus hijos ,engendrados ,en la En– carnación y dados hoy a la vida de la gracia en el Calvario? El ,corazón de María nuestra Madre es más ti·erno y compasivo para con nosotros que el de todas las madres reunidas. EPÍLOGO I. La gracia habitual nos hace justos.-Se borran y quitan los pecados morta1es y veniales. Las caus,as de l,a justificación: la causa final, gloria de Dios y felicidad del alma. La causa eficiente, Dios miseri– cordioso. La,. causa meritoria, Jesucristo. La instru-

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