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83 IV. Nos HAC'E HIJOS DE MARÍA Imagínate el cuadro de la Encarnación del Verbo ,en el seno inma::ul:ado de María. Al dar su consentimiento a la embajada del ,Angel, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Ma– ría, di-ce la Escritura, dió a luz su ;Hijo primogé– nito. )?,orla gracia santijcante nos hacemos her– manos de Jesucristo; luego la ¡I.V[adre de Jesús, segµn la naturaleza, es nuestra Madre según la gracia. ;resµs es el primJgénito, el hermano ma– yor, nosotros los s~gur.:dos, los hermanos me– nores. Hemos dicho que la gracia nos hace mi,embros vivos del Cuerpo Místieo de Cristo. El Cuerpo Místico total se compone de la Cabeza y de los miembros. Siendo Maria Madre de la Cabeza, del Cristo Personal, será también Madre nues– tra, que somos los miembros vivos unidos a la Cabeza. Madre de Cristo según la naturaleza, Madre nuestra según la gracia; luego desde el momento de la Encarn&.ción podemos decir que nos neva en su seno materno. Recordemos este pensamiento consolador todas las veces que re– citamos el Angelus Domini. Ahora sube al Calvario y contempla a Jesús moribundo pendiente de la Cruz, y a sus pies María Santísima transida de dolor, Mirándola Jesús, le di-ce: Mujer, h'3 ahí a tu hijo; después dice al disc:ípulo amado: He ahí a tu madre (94). (914!) Ioan!n., XIX, !2i6'-l28.
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