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82 da sobre nosotros y de qué se nutre nuestra vida sobrenatural. Nosotros, árboles salvajes y estériles, estamos injertados en el ,Arbol de la Vida, por la gracia; procuremos dar sabrosos frutos agradables al divino Puefio. Siendo miem– bros de Cristo, El está en nosotros. Cristo vive en nosotros. Por consiguiente, todo cuanto hace– mos no lo hacemos solos: lo realiza Cristo con nosotros y en nosotros. Yo vivo, di,ce San Pablo, o más bien, no soy yo el que vivo; Cristo es quien vive en mí (92). ¿Trabajas? Cristo es el que trabaja, porque tu trabajo va a unirse con Jesús de Nazaret. ¿Oras? Cristo es quien ora en ti, pues tu oración y la suya no forman sino una sola oración. ¿Su– fres? Cristo es quien sufre por ti, haciendo que por tus ¡padecimientos ,completes lo que res,ta que padecer a Cristo (93). Por consiguiente, cuando ,estuvieres abruma– do por el dolor, ,clavado en ·el lecho por la en– fermedad, reducido a la nada, aniquilado, aplas– tado; cuando te hallares convertido en misera– ble andrajo, que nada puedes hacer por ti mis– mo, entonc,es es cuando has de conocer tu fla– queza, aceptarla con sonrisa, comprender mejo1 el precio de la redención dolorosa del Cristo qui padece en ti. (92) Gal., II, 20. <93:) Col., I, 24.
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