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75 tionem secundum imaginem eius, qui creavit iJlum» (78). En muchas partes de :a Escritura se habla del nuevo hombre, de la nueva vida que nos viene por la gracia. Sin efusión de la gracia santifi– cante no hay remisión de pecado; ella, presen– te y permanente ,en el a~ma, necesari-amente ex– pe,le todo pecado. No puede haber al mismo tiem– po muerte y vida, luz y tinieblas, amistad y ene– mistad. Causas de la justificcción.--Las causas finales de la justificación son: la gloria de Dios, de Cris– to y 1a vida ·eterna. Tr'3s fines conexos y subor– dinados. :Primero la gloria de Dios, fin supremo de todo; en segundo lngar, la gloria del Cristo según la Humanidad; en tercer lugar, la gloria eterna que nos hruce fe.:ices a nosotros. La causa eficvente pr:ncipal es Dios misericor– dioso, que gratuitamente nos concede ese don precioso, ,que nos lava, nos purifica, nos eleva, nos sella y ung.e con la g:-acia del Espíritu Sianto. La causa meritoria es Jesucristo ,que nos la mereció muriendo en '1a ,cruz por nuestra salud. La encada de sus méritos obra en nosotros... Nos unimos a El como el sarmiento a la vid. La causa instrumenta:/, es el bautismo y los de– más medios por los que se nos infunde la gracia o se aumenta. La causa formal es la justicia de Dios que se nos comunica, que nos hace justos, es el don que desciende y se adhiere al alma, la cualidad que ('T•8) Col., III, SWlO.
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