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68 dijera alguno, constituyéndole por heredero, y heredero juntarnente con su hijo natural, y qu·e– riendo que tomase su nombre y apellido, ¿no di– jeras que este tal subió a una honra grandísima y nunca tal pensada? Pues sabe que verdadera– mente hace estas cosas Dios con nosotros; por– que nacimos de la podredumbre de la carne, lle– nos de muchas miserias, en las cuales estábamos caídos, sin consuelo ni remedio alguno, presos de las pasiones, de todas las enfermedades espiritua– les, cubiertos de llagas, de pecados y corrupción; y Dios, sólo por su misericordia, nos cura, y sanos nos adorna con vestiduras de perfecta justicia e incorrupción, adoptándonos por hijos, aid:mitién– donos por compañeros de su reino y sus here– deros juntamente con su Hijo natural Unigénito, que es todo igual y Omnipotente como él, man– dando a toda criatura que en todo lo que qui– siéramos se nos sujete, Jlamándonos con su nom– bre y volviéndonos Dioses, porque él mismo dice: «Dioses sois e hijos todos del AltísTmo. De mane– ra que El es Dios deificador y tú con Dios deifi– cada» (64). Se refiere que el célebre l\,1ac-Carthy predica– ba una vez sobre los efectos maravillosos de[ bau– tismo. J\tiientras desarrollaba el concepto del hom– bre bautizado que se hacía hijo de Dios, se paró · improvisadamente y mirando a su auditorio, como si despertase de una visión, exclamó: <<Dios mío, ¿qué ,cosa veo? ¿Dónde estoy? l.,os ojos del cuerpo me dicen que delante de mí hay comer- (64} Lib. de Simil., c.66.
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