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53 car el bien conocido. Ahora bien, la luz del sol ,es inútil, si el hombre se obstina en cerrar los ojos; lo mismo que la voz del padre no puede conven– cer al hijo, si éste se obstina en cerrar los oídos; del mismo modo sucede ,al hombre que no quie– re ver u oír lo que le propone la gracia. En es,e caso ,el hombre prefiere prácticamente las tinie– blas a la luz, el ,mal al bien.. Cualidades que debe tenBr nuestra correspon– dencia a ,Ia gracia para que pueda decirse eficaz · y fructuosa: l. Prontitud.-La gracia actual nos visita, nos toca, tal ve;¡¡ pasa con vertiginosa prontitud y rapidez. Sea una ilustra!Ción a 1 la mente, sea una inspiración a la voluntad, que bri}lan como un relámpago. Si yo no me aprovecho de aquel momento, vu,elvo a las ".;inieblas, a la inercia. Si luego sigo Ia ola, el imp:.iiso, el af,ecto, la moción, e-1 s-entimiento... , ,corres 1 ,;Jondo. Consideremos a Zaq1<eo el publicano cuando T:esús le invita a descender del sicómoro, Zacheae, 'estinans, descende ... El acepta la invitación, et 'es,t,inans descendit ( 41). Si él no hubiera ejecu– ado con prontitud la ir:vltación d€ Jesús, no le rnbi-era hospedado en s:r casa, ni hubiera sen– ido las dulces palabras ,del Maestro: Hodie sa– ts domui huic jacta est ( 42). 1«S1piri:tus spirat, quand!) et ,ubi vult» (43). Por (41) Luc., 19;5. (42) Ibíd., 19,9. (4!3) Ioann., liH,8.

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