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38 fuesen diamantes, y sobre ,eso le diera toda la perfección natural de los serafines y de todos los ángeles, no le haría tanta merced: como en darle un átomo de gracia. Dice 1 el Padre Nie– remberg: <<Para proceder con más claridad en la consideración de la grandeza de la gracia, que Jesucristo Nuestro Redentor nos ganó con su sangre, se ha de a,dvertir que este nombre de gracia de Cristo se toma por aquellos dones ry favores de que era indigna y privada nuestra naturaleza por el pecado, y que nunca fueron debidos a naturaleza alguna, ni pueden ser de– bidos; y por ellos se alcanza la bienaventuranza eterna. Unas veces significa este nombre, gracia, los auxilios con que Dios nos previene con san– tos pensamientos, y ayuda al alma para que haga buenas obras; la llaman los teólogos gracia ac– tu.al , porque se pasa luego. Otras veces significa un don divino y una cualidad permanente que infunde Dios ,en el alma, con el cual la hace agradable a sí, amiga e hija suya. Y a esta lla– man gracia habitual, porque persevera en el alma como los otros hábitos. Una y otra gracia es admirable; una y otra es de inestimable precio, pues costó la sangre del Hijo de Dios. Una y otra se llaman algunas ve– ,ces santificadoras o de santificación, porque la una es santidad del alma, y la otra dispone y se endereza para esa misma santidad, o su aumen– to» (27). (2.7) NmREMBERG: A11recío y estima de la divvna gracia, lib. 7, cap. II, p. n (Madrid, 1902).

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