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280 afectiva. De ésta dice el sabio: «/A. ésta amé yo, y la preferí a reinos y tramos; y ,en su compara– ción tuve por na,d:a las riquezas; la amé más que a la salud y a ,la h€rmosura. Todos los bienes me vini€ron por ,ella,> (3) ... En 1 tercer lugar, la verdadera sabiduría des– dende de 1ló a]to para robustecer nuestra poten– •Cia operativa. La sabiduría hace al sabio más fuerw que diez poderosos de una ciudad (4). ;Nin– guna fuerza robustece tanto al a 1 1ma como la sa– biduría. «Sapientia intravit in anima:m servi Dei, et stetit •contra reg,es. Certamen forte d€dit i}li, ut vinc€r,et et scicr:et, quoni3Jm omnium poten– tior est sapientia» (5). II. EDIFICACIÓN DE LA CASA DE DIOS Esta sabiduría es % que edifica la ,casa de Dios: casa hermosa, amena, fuerte, donde mora el alma con Dios. Por esto se dice €n los J?rover– bios: «Sapientia aedificaví1t sibi domum, ,e:x'Ci– dit columnas sept€m» (6). La sabiduría tiene sus delicias ,en estar con los hombr,es. La sabi– duría eterna mora dulcemene en •el justo. Eil justo ,es templo de· la Santísima Trinidad... Esa casa es n€•C€Sario que tenga siete columnas. ¿Cuáles son esas .sfote columnas d€ que· habla la (3) Sap., VII, 11. (4), Sap., VII, 20. (5') Sap., X, 16,12. (6,) Prov., IX. l.
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