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245 den con rapidez, con ,audacia y con seguridad. Dios ilumina sus caminos y marca sus pasos. El alma espiritual bajo el régimen de ,este don óe consejo se abandona en Dios, confía en su c.ivina Providencia. En las adyersidades, en l 1 as pruebas, ,en los ,dolores el consejo del Divino Huésped la ,conforta. En 1 las ale,grías, en los su– ,cesos prósperos, ,en las safüsfa,ociones, ,en los triunfos el don de consejo modera, dirige y go– bi,erna los sentimi,entos. Supliquemos al Espíritu Santo que nos dé a conoc,er sus ·caminos. Vías tuas demonstra mihi, et semitas tuas edoce .me ('7). Que no sólo nos– otros nos guiemos con ,el cons,ejo del Espíritu Sa,nto, sino que aconsej,emos también a los demás, según la luz que nos comunica ese don precioso. Pid:amos a '1a Madre del Buen Cons,ejo, (María Sa,ntísima, ,que nos dé a conocer el ca:mino segu– ro die• la santidad: Iter para tutum. No son raros los casos en los cuaI,es se manifies– ta la eficacia con ,que Dios obra sobre los pec,aido– r,es, mediante los conse:Jos de ailmas sa:ntas. Entr•e los muchos ejemplos que pudiéramos ,cita'!.' ,escoge_ mos 1 eI d,e un •célebre literato. Todas ,Jas naciones culta,s han tenido sus genios en literatura. Italia ,entr,e otros ,cuenta a Dante, P,e,tra:cca y Bocacio. Este úl,timo fué un escritor li,cencioso y r,ealista •en su lenguaje. Refiérese que un religioso c 1 artujo de Ia •ciudad de Sena, próximo a la muerte, llamó un compañero suyo (7) Ps., XXLV, 4.

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