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216 mucho el don de pieda,d. En muchos :Padres y Doctores de la Igl-esia se unteron admirablemente la ciencia y piedad. Conocieron, penetraron y gus– taron ,ctie las verdades participadas por las que se el-ev·iron a ,la Suma Verdad y Bondad l :np":l.r– ticipada, única que puede saciar las potencias intelectivas d:e,l hombre y del cristiano. b) Sirve la piedad para evitar los males. -S.an Pedro dice que el Señor libra de la tentación a los piadosos (10). El Padre amante libra d:el ma!. a los hijos que le quieren, J.es cuida ,como sus queridos y l-es aparta de los impíos. Pichoso •el varón, dice el Salmista, que no se deja Uevar d:e los consejos de los impíos, consintiendo en ,el pecado; ni se deti-ene en el •camino de los pecadores, permane– ci-endo en ,la culpa; ni se asi•enta en la cátedra de la pestuencia, defendi-endo ,el pecado (11). La ,divina iPr-ovidenci,a con paterna soUcitud cuida de los hijos que se esmeran en amarla y honrarla con amor filial. e) El don de- piedad es útH a todos los cris– tianos para cumplir con diligencia y gozo los aeberes que impone l,a virtud de religión. De ma– nera ,especial a los sacerdotes y a las personas consagradas a Dios, que ,con más fre,cuencia e in– tensidad se dedican a los actos internos y •exter– nos, privados y públicos del culto divino. Sin este don, los muchos ejerctcios de devoción, que constituy 1 en el nervio principal de nuestra vida, nos harían •el yugo muy pesado. <10) II, 2,9. (lil) Of. S. Buenav., Op. cit. p. 475.

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