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202 cia... ! Hace como San Pedro: Domine, salva nos, perimus. (13). 2. Sirve para vivir rectamente. Así ,lo dic,e el Espíritu Santo: «El temor de Dios destierra el pecado; quien no tiene ,este amor, no podrá ser justo» (14). Por ,esta razón se dice .en el mi&mo libro del Eclesiástico: «Si no te mantienes siempre firme en ,eQ temor del Señor, presto se arruinará tu casa» (15). Cuanto uno teme ofencJJer al ?adre, celestial procura o~denar su vida y conducirse como bu-en hijo; cumplir sus preceptos y aun seguir sus consejos; acomodar toda su vida a la voluntad del P,adre. 3. ;El temor de Dios sirve para obtener la di– vina sabiduría. «Principium sapi,entiae, timor Do– mini (16). El que no teme a Dios nada sabe; don– de no hay temor de Dios, no hay ni gracia, ni justida, ni paz, ni felicidad, ni sabiduría. Donde no hay temor de Dios, hay necesidad, malicia, iniquidad, aflicción, infelicida,d. Mira, pues, cuán mala y amarga cosa es el haber tú <abandonado al Beñor Dios tuyo. .Al contrario, con 1 el temor de Dios viene la paz de IJ.a 1 conci,encia, la r,ecti– tud de la vida, la esperanza de la gloria, la ale– gria de los hijos de Dios... 4. El temor de Dios sirve para evitar la ex- (13) Matt., VIII, 215. (14) Eccli., I, 217,2&. <15) Eccli., XXVLI, 4. (16) Prov., 9,10.

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