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132 apártala y desaficiónal'a de todo lo malo». Y termilila con esta sínites'.Ls maravillosa: «Esta gracia es la que reforma la naturaleza, la que r,estituye la imagen de nuestra alma, la que le da vista, atavía y hace graciosa a los ojos de Dios, la que, con Jas virtudes y hábitos que de sí produce, cura nuestros males, sana nuestras heridas, alumbra nuestro entendimiento, infla– ma nuestra voluntad, esfuerza nuestra flaqueza, adormece nuestras pasiones, cura nuestras malas inclinaciones, enfrena nuestros apetitos, resti– tuye el gusto de las cosas espirituales, pónenos hastío ·en las carnales, y así nos hace suave el ly'Ugo ,de la ley de Dios» (145). La gracia es la perla única que aventaja a to– das las demás y las sustituye a todas. El bien de la gracia de una sola alma val€ más que el bien natural de todo el mundo. Un solo grado de gracia sobrepuja a todos los tesoros del or,den natural, por ser de un orden superior. La gracir va seguida del brillante cortejo de virtudes y di dones sobrenaturales. · Merced a la gracia somos hijos •de Dios, parti cipantes de su naturaleza, hermanos de Cristc herederos del cielo, hermanos de los seres má nobles que existen en la tierra, en el purgatori y en los cielos. Es imposible que comprendamc en este mundo lo mucho que vale la gracia sar tificante, sólo en el cielo lo conoceremos. Se rE fiere que Santa Catalina de Sena meditaba ur (14:5.) Gf. iLJ. DE GRANADA, o. ¡p, : Guía de pecaci res, cap. V.
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