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131 ne, y ,compra aquel campo» (144). La gracia .santificante ,es una riqueza espiritual inmensa, cuyos ,efectos para ,el tiempo y para la eterni– dad hemos ya considerdo. Es la única moneda para comprar el reino d,e los ,cielos. Es la llave para a•brir la puerta de la felicidad eterna. Oye la. exc,elencia que 1e•I P. ,<;3-ranada pr,edica de ella: <,La gracia, dice, aposenta a Dios ,en el alma para· que, morando ,en eJla, la gobierne, defienda y en– camine al ,cielo... Y así ,está allí como l?:adre de familia en su casa, gobernándola; y como .maes– tro ,en su escuela, enseñándola, y como hortelano en su huerto, ·cultivándola; y como rey en.· su reino, rigiéndola, y como sol en este mundo, alumbrándola; y, finalmente, como e~ alma ,en 91 cuerpo, dándole vida, sentido, :movimiento; 3,1;;nque no como forma en la materia, sino como )adre de familia en su casa. :Pues ¿qué cosa más •ica ni más para desear que tener dentro de sí a: huésped, tal gobernador, tal guia, tal compa– lía, tal ayudador? El cual, como sea todas l:as osas, todo lo obra en las almas donde mora. 'orque él prim,eramente como fuego alumbra uBstro ·entendimiento, inflama nuestra volun– :llc:., y nos 1evanta de la tievra 1 al ,cielo. E;l otro- •como paloma nos hace sencillos, mansos, tra- 1bles, y amigos unos de o.tros. El también, como 1-be, nos defiende de los ardores de nuestra ,rne y templa -el furor de nu,estras. pasiones; y finalmente, como vi,ento vehementísimo, mue·- e inclina nuestra voluntad a todo lo bueno y 14:4~ Matt., :XIII, .414.

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