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105 Seg:ún ,e·l modo de hablar de la Escritura, po– :lemos decir que Dios Trino y Uno se da a nos– Jtros, por medio de la gracia, como .padre, como xnigo, como colaborador, como santificad:or d:e nuestra vida sobrenatural. Dios otorga la filia– ci:'.m divina a los que •creen en el Verbo, ,como :lic-e s. Juan: ~Dedit eis rpotestatem filios Dei fi.e,ri, his qui credunt in nomine ,eius» (113). Esta füa-ción no ,es ficticia, sino r,eail y efecti>va: «Ut fi:ii Dei nominemur et simus» (114). Entrnmos ~r. posesión de la naturaleza divina. «Nescitis 1i;.ia templum Dei estis et Spiritus Sanctus habi– ;a,t in vobis» (115). La SS. Trinidad, viviendo y norando en nuestras almas, es el principio de :iuestra santificación, es la fuente de nuestra vida interior, es la Iui que ilumina, -es -el maestro 1i;.e• enseña, es ,el aimigo que ama, el padre que ;>rotege... Toda esta doctrina consoladora, sublime ry i:tractiva se encuentra abundante ,en S. Juan :!!rnngelista y en S. Pablo, fuentes inagotables de is-;;a espiritualidad trinitaria, que existe y se des– trrolla ,en el alma del justo. -b) En la Tradición. S. Ignacio de Antioquía, )róximo a los manantiales purísimos de estas co– -rientes, llama a los cristianos teóforos y cristó– o,os (116), y exhorta a la santidad por el Dios CU3) Ioann., I, '1!2. (114) I Ioann., III, 1. (115) I Cor., III, 1'6. (1116) Eph., 9,2.
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