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100 absurdo. Supera, pero no contradice a la razón. El fundamento formal de los misterios que nos enseña la fe y el motivo de nuestra adhesión es– tá en la autoridad de Dios revelante, que no s-e puede engañar ni engañarnos. Se ha intentado representar sensiblemente el misterio de la SS. Trinidad para persuadir de alguna manera la no repugnancia de su exis– tencia. Se dice que el primer símbolo que usaron los cristianos para representar la SS. Trinidad fué el triángulo. Siguieron después otras repre– sentaciones plásticas en piedra o en tela, como por ejemplo, el bautismo 1d:e Jesús en ,e~ Jordán, en el que aparecen las Tres Divinas Personas. El ;Fadre simbolizado en una mano que aparece en la nube; el Hijo en figura humana; el Espí– ritu Santo en forma de paloma. En el primer capítulo del Génesis, narrando la creación de las cosas, cuando llega al hombre die-e: <<Faciamus hominem ad imaginem ,et si– militudinem nostram» (108). El hombre }leva en sí la imagen de Dios. En su única alma racio– nal con las tres potencias, memoria, entendi– miento y voluntaid, lleva el símbolo natural del misterio trinitario. Hay escritores modernos que simbolizan el misterio en la electricidad. Esta es una energía que muev,e, que ilumina y que da calor, permaneciendo siempre la misma. Es claro que el simbolismo natural o artístico puede impresionar, con más o menos claridad, (108} Gen., 1, 26.

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