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nuestra perspectiva- hacen aconsejable la elec– ción del hombre para salvar a la humanidad. El sacerdote está al servicio de la humanidad. Con– venía que fuera un hombre. ¿Podría penetrar el ángel en los misterios del corazón humano'? ¿Sabría comprende1•nos el ángel cuando nos acer– cáramos a él para abrirle de par en par nuestra pequeñez y nuestros pecados? En cambio siendo un hombre -con el mismo peso orgánico sobre sus espaldas, con la misma ansia de Dios, con la misma hambre de inmor– talidad sobre la carne corruptible- nos sale me– jor la confesión de nuestros pecados. El sacer– dote es uno de los nuestros. Comprende la pe– queñez, porque es pequeño, sabe de las fragili– dades, pues es frágil, y conoce el valor de la com– pañía porque se siente solo. En mi opinión, decir del sacerdote que es <(como nosotros» no es una dificultad ni un repro– che. Es el más apasionante elogio. Es saber que el gran tesoro de la unción sagrada peligra por la fragilidad del vaso de arcilla que la contiene y la preserva de los ladrones. La vida se pre– senta así con un carácter de lucha y riesgo y alienta a combatir todos unidos en los campos de Dios. ... "CON TEMOR Y TEMBLOR" Este hombre que dispensa el misterio per– tenece a una familia. TienEJ. un nombre y unos apellidos en el re– gistro civil. Como tú. 4

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