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sacerdotes cultos, sacerdotes corteses, sacerdotes simpáticos, sacerdotes santos. Pero hay que purificar mucho la intención para ver a Cristo, ;;, través de los rasgos del hombre. Hay que avivar la fe para no empo– brecer el ministerio santo con consideradones excesivamente humanas. La sugerencia final es ésta. El Crucifijo de palo, estropeado por el tiempo, y el Crucifijo de oro -guardado cc,mo reliquia en una Cate– dral-, merecen la misma adoración. No i:-:ipor– ta la materia, lo que importa es Cristo. Ya lo sabéis, no importa el material, el hom– bre de carne y hueso. LO QUE IMPORTA ES CRISTC 19

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