BCCCAP00000000000000000000732
El sacerdote está en lugar de Cristo, ha– ciendo el papel de Cristo. No interesa su vida privada. Importa su mi– nisterio. Desaparece el individuo para dejar todo el campo al ministerio, a Cristo. El sacerdote -santo o imperfecto, no im- porta- bautiza, administra la Eucaristía, perdona los pecados, asiste a los moribundos, y es Cristo quien da la gracia. No importa la formación científica, ni la nacionalidad, ni la sim– patía o antipatía, ni el color de la piel, ni las ideas políticas. El sacerdote está en nombre de Cristo. Y toda la labor es de Cristo. El hombre ungido le presta sus manos, sus labios, su cora– zón. En el plan sacramental lo mismo bautiza el cura negro que el Papa. Perdona igual los peca– dos el congolés que el italiano. La Eucaristía que administra el español es el mismo Corpus que comulgaban los primeros cristianos en las catacumbas y los cristianos del siglo XX en los magnos Congresos Eucarísticos internacionales. Termino con una sugerencia que va a acla– rarnos definitivamente la distinción entre perso– na privada y ministerio o cargo público. Pero ahora fijamos la atención en el valor del sacer– docio. No cabe duda que nos hemos formado un alto ideal del sacerdocio. Queremos sacerdotes comprensivos, sacerdotes ejemplares, 18
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz