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Jesús le da una prueba de confianza y amis– tad al confiarle la bolsa. Corre con el cargo de «administrador» del grupo. Pero la bolsa es un riesgo. Judas, {(siendo la- drón ... » sucumbe en el peligro. La pasión adquiere dimensiones graves. Luego la «frialdad», y al fin, el beso traidor. Y luego, la venta sacrílega. Más tarde - ¡horror!- la soga del crimen. Y Judas se fué a su lugar. Más le valiera no haber nacido. ¿Nos damos cuenta? Entre los escogidos hu– bo un ladrón. "VASOS DE ARCILLA" Los sacerdotes siguen siendo pecadores. Lo serán mientras Dios los quiera «entresa– cados» de los hombres. Si Cristo no se detuvo en estos defectos personales -muy humanos y comprensibles, por cierto-, ¿por qué habíamos de detenernos nos– otros? A esto se llama ser «más papistas que el Papa». Cristo que conocía los riñones y los co– razones, en frase gráfica de los libros inspirados, seleccionó a un grupo de hombres. Ser hombre, lo hemos repetido ya varias ve– ces, es vivir en el mundo. La incitación al mal es posible. Y nadie se libra del polvo de los ca– minos polvorientos. Lo que sucede es paradóji- 10
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