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BUSQUEDA SEÑOR, DAME HUMILDAD Ningún hombre me hirió tanto como el soberbio. Ahora comprendo que Tú los desprecies. Se han "en– diosado" y han pedido a gritos la adoración que se debe al verdadero Dios. Son como la estatua de las bíblicas visiones: su aposento es tierra frágil y mo– vediza. El soberbio es un hombre ridículo. Sin base. Sin cimentaci.ón . Sin méritos personales. Se ha em– borrachado porque posee heredades, graneros, accio– nes bancarias. ¡Qué vaciedad! Y luego cabe pensar que esas cuatro cosas fueron adguiridas a precio de injusticias y de bribonadas. Da todos modos, la soberbia se funda en cuatro metros de tierra que hay que llenar con el cuerpo podrido. Lo que pasa es que se olvida la realidad im– presionante para instalarse en la mentira. Engreírse por nobleza de sangre, por facilidad de placeres, por influencias dudosas es mentira e indignidad. Hazme humilde, .Señor, que me dan asco los or– gullosos. Que sepa agradecer el agua de cada fuente, el pan de cada hornada, el apretón de cada mano amiga. Que viva contento y fuera de mí por el gozo, ya que hiciste en mí icosas grandes por el amor que me tienes. - 92 -

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