BCCCAP00000000000000000000730

P. Calasanz SEÑOR, DAME TU PAZ Dame la paz que prometiste a los tuyos como un testamento. La paz que se gana en una batalla que exige en todo momento tener los lomos ceñidos. Ese añorado reino del bien que se conquista a lanza de espada. Dios mío, dame la paz que obliga y mantiene el es– fuerzo. Pero que recuerde -tu saludo para que no sea exces¡j_vamente duro al conseguirla. Está bien esa lla– ma que escuece y quema dentro, manteniendo en in– quietud las cuerdas del alma. Es aconsejable la ardien– te ur.gencia por entregarse a Tí. Y ese dolor por el her– mano que anda caminando en la oscuridad. Pero. que la lucha por la paz no me prive de la ternura. Que me haga más humano mientras más me _ acerco a Tí. Me apena el .ajetreo de mis hermanos. A estas ho– ras gimen y protestan bajo pesadillas innumerables. El obrero anda comido por la injusticia, mientras el odio se ·enrosca en su sueño como una serpiente. E,1 luju– rioso busca la saciedad de sus instintos en las manos crispadas, y violentas. Señor, danos tu pa,¡. Una paz fuerte, como la del niño dormido, la de la madre creyente. Una paz que solo Tú puedes darnos. Tú que dijiste: "Bienaventu– rados los pacíficos." -7-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz