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BUSQUEDA SEÑOR, POR LOS RICOS A primera vista parece incompaginable tu bon– dad con tanta dureza para los ricos,. Algo grave han hecho para producirte esa irritación desusada. Y temo porque el tipo maldecido se· repite en nuestro mundo. Seguramente los ricos de tu tiempo serían orgullosos, soberbios, insensibles. Como los de hoy. ¿Es que lleva consigo el ser rico esa tremenda estu– pidez del egoísmo? Me dan compasión los ricos. Tenerlo todo a pe– dir de boca y ser tan desgraciados. Vivir con tantas exigencias: diversiones, espectáculos, confort y estar siempre cansados. Me dan lástima porque les falta corazón. De niños les entonteció la facilidad excesi– va para todo. Pero ¿qué culpa tuvo esa "chica bien" al tenerlo todo'! Me dan miedo esos hombres sin per– sonalidad que procuran solucionarlo todo con sus bi– lletes mugrientos. No saben - ¡ ay de vosotros, ri– cos! -, que la belleza, la humanidad, el arte, la san– tidad no son cuestión de dinero. Al contempla,r la efectiva pobretería y el raqui– t.ismo ramplón de los ricos, me vienen a la mente t.us mismas maldiciones. Líbranos, Señor, de la pes– te mala de los ricos. - 82 -

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