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P; Calasánz SEÑOR, PORLOS COBARDES Entre nosotros tienen mala fama. A un hombre &in bríos, sin entusiasmo, sin coraje se le llama "ga– llina" por afrenta. En las tascas se usan expresio– nes más ,groseras para injuriar al cobaiide. Todo por l,a indignación que produce la falta de hombría. El hombre ha nacido para la aventura y pam la guerra. Ha cogido las riendas del hogar, del taller,· de la nación. Le_ ha cabido en suerte el arro,jo y el valor, en la distribución que Dios hizo de las virtu– des entre- hombre y mujer. Me revientan los cobardes que temen la oscuri– dad y cantan para sentirse menos solos. El llanto mujeril "despres.tigia" al hombre ante sus semejan– tes. Ni en la derrota, ni en la muerte puede gemir el hombre con plañideros lamentos de mujer. 'De pido por los cobardes. Por esos neutromenta– les que oreen que para ser valientes hay que· hacer burradas. Por los tipejos que dejan sus deberes de religión por miedo al qué dirán. Por los brabucones que confunden la gamberrada con el valor. Y por mí para que sea todo un hombre. - 81 -

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