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P. Calasanz SEÑOR, LLENAME Cre,í que ,era una exageración píadosa cuando lo leí la primera vez. O el autor era un pesimista o un poco exagerado. Hoy sé que el autor era simplemen– te un hombre que constataba la inquietud del cora– zón que no se satisface con nada. Las cosas gritan siempre: "adelante", "más arriba". Las cosas son in– suficientes, para llenar el corazón. Como que. el hueco del corazón no tiene posible arreglo sí no lo llena Dios. Ahora comprendo la ·inquietud de los demás por mi inquietud.. Su tristeza por mi tristeza. Su vacío por mi vacío. Pero creo en la gran realidad de la vi– da divina en mí. Tuvo que ser tremenda la lucha del poeta en su suefio: "Anoche cuando dormía, soñé, ¡bendita ilusión!, que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón." Dios mío, esto que le parecía.· imposible al poeta es la gran verdad. Tú conmigo. En mí. - 79 --
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