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P. Calasanz SEÑOR, DAME MAGNANIMIDAD Los hombres somos e.s1irechos de corazón. Ama– mos con egoísmo. Y Tú quieres que se derrumben las fronteras entre hermanos. Yo te hago promesa de ser noble y magnánimo. Voy a entregarme al pró– jimo con optimismo, desprendimiento y ardor. Voy a olvidar que tengo una juventud por delante, unos proyectos en marcha y unos libros en preparación. Y así tendré tiempo para pensar en mis hermanos. Dame un alma grande. Para que sepa impresio– narme con el ,enfermito. que me pide medicinas y una visita de comprensión. Para que tolere la "his– toria" de, aquel alma que no se cansa de contarme, reiteradamente la historia de su vida. Para que de– dique espacio y corazón a quehaceres que no me in– teresan humanamente. Dame magnanimtdad para estar pendiente de un relato sosote, sin dar pruebas de cansancio ni de aburrimiento. Y esto, no por edu– cación humana, sino por amabilidad cristiana, sen– cillamente. Que me ponga a tiro de los que me dan la lata creyendo que son interesantes. Dios mío, dame grandeza de alma para saber consolar. - 63 -
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