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BUSQUEDA SEÑOR, POR LOS ANCIANOS Míralos, Señor, son los ancianos. Han andado ya todos los caminos de' los hombres. Y cada aventura ha dejado su sello hondo, claro, inevitable. Las ru·ru– gas de su rostro adelgazan la figura y la hacen im– presionante. Todo les acerca al principio de d9nde fueron formados, la madre tierra. Dan la impresión de quedarse de un momento a otro rígidos, inmobles, petrificados. La frente gime ya, inclinada al suelo, no pudiendo soportar tanta carga de pensamientos. Y el corazón está quemado de tanta llamarada. Así es la vida. Te pido por los ancianos. Viven añorando la ju– ventua, la belleza, el amor. Pero nada de esto vol– verá a ser. Están incapacitados para lo que se llama en lenguaje mundano "gozar la vida". Yo te pido que les des ma.gnanimidad. Que sepan presenciar sin resentimiento la dicha ajena, que ellos perdieron porque la vida no perdona las canas. Quizá sueñen que no hay tiempo como su tiempo. Déjales felices en su añoranza nostálgica del pasado para que se distraigan un poco. Dales fortaleza para que no te olviden ahora que son débiles y frágiles como niños. Bastante dolor tienen con su :soledad, en la que se repliegan voluntariamente PO'r instinto de defensa y de supervivencia. Dios mío, ampara a los ancianos. Que no desespe– ren cuando falla todo lo humano.
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